top of page

Suelo pélvico

El suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos que se encuentran en la base de la pelvis cerrando la cavidad abdominal en su parte inferior. Su función es sostener los órganos pélvicos (vejiga, uretra, útero, vagina y recto) en la posición adecuada, porque de ello depende su normal funcionamiento.

Se cree que esta estructura tiene forma de hamaca pero esta idea es errónea, debemos más bien imaginarnos un “puente colgante”. En este puente imaginario tendríamos el hueso sacro en un extremo (donde finaliza la columna vertebral) y en el otro lado el pubis. Los “cables suspensorios”, que gracias a su tensión adecuada mantendrían el puente firme, serían principalmente los ligamentos de sostén. Estos unen las estructuras óseas con los órganos pélvicos, que se encontrarían colgando de este puente. Por último, el suelo del puente lo formaría un plano muscular (concretamente el músculo elevador del ano) y una lámina de tejido conjuntivo (es el tejido que en nuestro organismo proporciona sostén, donde encontramos fibras de colágeno ordenadas en paralelo, a modo de lámina; en el caso del suelo pélvico se llama fascia endopélvica).


Así pues, es el responsable de controlar la continencia urinaria y anal. Se trata de un juego de presiones, cierres y aperturas, que nos permitirá retener o evacuar la orina y las heces, según consideremos oportuno. Pero, este proceso de contracciones no es innato al ser humano, sino que es un aprendizaje que hemos hecho cuando comenzamos a dejar de utilizar el pañal y, se ha convertido en un impulso natural de nuestro cuerpo.

Un suelo pélvico debilitado puede provocar

  • Incontinencia urinaria (leve o abundante)

  • Prolapsos (caída de los órganos intraabdominales)

  • Dolor lumbar

  • Disfunciones sexuales (no sentir orgasmos o sufrir dolor en las relaciones)


Si sentimos cualquiera de estos síntomas, por pequeños que sean, debemos consultar con un especialista. En muchas ocasiones cometemos el error de normalizar ciertas situaciones, como suele ser una pérdida de orina leve al reír, toser, estornudar, etc. Pero es importante no conformarnos y consultar con nuestro ginecólogo y/o con un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico, para que valoren el estado de nuestra musculatura pélvica.


El estreñimiento crónico es uno de los principales factores de riesgo de las disfunciones pélvicas. Cada defecación con fuerza equivaldría a un ‘microparto’ para el suelo pélvico. Por eso, la hidratación es fundamental ya que, previene el estreñimiento. El embarazo, parto, posparto y menopausia también son factores que dañan el suelo pélvico, produciendo atrofia y sequedad vaginal. Deportes de alto impacto, como pueden ser el voleibol o el running, suelen tener una prevalencia de incontinencia de orina del 80%.

Lo ideal sería que desde pequeñas conociésemos la existencia de nuestro suelo pélvico, y lo tuviésemos integrado en nuestro esquema corporal. Pero lo cierto es que, por un tema cultural, la autoexploración genital sigue siendo un tabú en nuestra sociedad. Si por el contrario desde pequeñas se hiciese hincapié en el conocimiento de esta zona, nos daríamos cuenta de que es una parte del cuerpo que trabaja junto a otras y se activa involuntariamente cuando realizamos acciones tan cotidianas como levantar peso. Utilizar un espejo para observar y autoexplorarnos puede ayudarnos a conectar con nuestro suelo pélvico.


Los ejercicios de Kegel son ejercicios simples que consisten en activar la musculatura del suelo pélvico como si tuviésemos la intención de contener la orina. Si nuestro objetivo es fortalecer esta musculatura, debemos realizar tres veces al día 10 contracciones de 5 segundos sin dejar de respirar, descansando 5 segundos entre contracción y contracción, pudiendo llegar a descansar 10 segundos en caso de sentirnos fatigadas. Lo interesante sería poder aplicar estos ejercicios en momentos de esfuerzo, por ejemplo, cerrar el suelo pélvico mientras levantamos peso.


La gimnasia abdominal hipopresiva sirve para mejorar el tono de la musculatura del abdomen y del suelo pélvico y propiciar la buena posición de las vísceras cuando se han venido abajo. Se trata de unos ejercicios complicados en los que la postura corporal juega un papel importante. Se recomienda realizarlos con un entrenador que nos asegure que llevamos a cabo una correcta apnea respiratoria. Todo entrenamiento que implique activar los músculos del core y, por ende, del suelo pélvico, debe hacerse mientras respiramos. Esto quiere decir que, si inconscientemente estamos manteniendo la respiración mientras activamos estos músculos, estaremos generando un aumento de presión intraabdominal excesiva.


Bibliografia


17 visualizaciones0 comentarios
bottom of page