La rinitis es la enfermedad alérgica de mayor prevalencia en nuestro entorno.
La principal causa es la sensibilización a pólenes, que varía mucho de una comunidad autónoma a otra pero en general la alergia a gramíneas es la más frecuente seguida del olivo, el ciprés y el plátano de jardín.
Los síntomas de la rinitis son principalmente los síntomas nasales (estornudos, rinorrea acuosa, irritación nasal, picor y congestión) y los síntomas oculares (enrojecimiento, lagrimeo y picor).
Es importante diferenciar estos síntomas de los del resfriado ya que en el caso de procesos alérgicos la causa son los alergenos y suelen guardar relación con la estacionalidad. No hay fiebre y los síntomas fluctúan durante el día, no se produce mejoría con el paso de los días y la mucosidad es líquida, transparente y en goteo.
El tratamiento adecuado se basa en tres pilares:
1. Normas ambientales para evitar la exposición a los alergenos causales
En tiempo de alergenos mantener puertas y ventanas de las estancias cerradas entre cinco y diez de la mañana ya que son las horas de emisión de pólenes y entre siete y diez de la noche ya que en estas horas el polen desciende de la atmósfera por el cambio de temperatura.
En caso de necesidad utilizar gafas de sol .
Hacer frecuentes lavados nasales así como cepillar el cabello y lavarse las manos frecuentemente para eliminar los alergenos.
Evitar cortinas, alfombras, moquetas, tapices, etc ya que retienen el polvo (los ácaros son otro de los alergenos más frecuentes).
Procurar secar la ropa en la secadora o en espacios interiores.
Cerrar ventanillas de los coches y colocar filtros antipolen en el aire acondicionado.
Evitar el contacto con animales de compañía, aves y moho.
Evitar fumar, los ambientes cargados y los cambios bruscos de temperatura.
Por último no automedicarse sin consejo profesional.
2. Tratamiento farmacológico para controlar los síntomas
El tratamiento puede ser local, oral o ambos.
Los tratamientos nasales locales son básicamente los lavados y los descongestivos como vasoconstrictores y antihistamínicos.
En el tratamiento ocular también se recomienda higiene con toallitas o soluciones apropiadas (para no arrastrar los alergenos al interior del ojo) y colirios antihistamínicos.
En los procesos crónicos o repetitivos y en menores es recomendable un diagnóstico médico.
Podemos optar también como alternativa tanto para prevenir como para tratar los aceites esenciales cómo el estragón y el té del labrador. Los ácidos grasos esenciales w3 y w6 son también muy valiosos en la prevención de las alergias ya que regulan los procesos inflamatorios e inmunitarios.
3. Inmunoterapia con vacunas
En algunos casos será apropiada la inmunoterapia (vacunas) sublinguales o subcutáneas, aunque para ello hace falta unas pruebas previas para conocer el alergeno específico.