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La piel del anciano: hidratación

Seguimos una semana más, como todo el mes de febrero, hablando del cuidado de la piel en el anciano. Y hoy queremos hacer una mención especial a la hidratación de la piel.


La hidratación de la piel es el complemento imprescindible a la higiene, ya que después del aseo corporal quedan modificados determinados parámetros cutáneos que deben ser restablecidos.

Disminuye el grado de hidratación cutánea, sobre todo cuando las duchas son muy calientes o con aguas duras. Se modifica el pH, y por eso es importante usar productos con pH fisiológico (pH 5,5). Se desestabiliza el manto hidrolipídico, es decir la capa que actúa de barrera natural de la piel. Esta capa necesita un 13% de agua para mantener sus propiedades, y cuando baja del 10% la piel se vuelve mas frágil y vulnerable.

Los diferentes productos hidratantes los podemos dividir en dos grandes grupos:

Productos de hidratación pasiva o Emolientes: No son verdaderamente hidratantes, se crea una barrera sobre la piel que evita la evaporación del agua, y es por ello que se recomienda aplicar el producto emoliente con la piel ligeramente húmeda. Los emolientes aportan elasticidad y suavidad, lubrican y nutren la piel. Además pueden incorporar compuestos para combatir el picor asociado a la sequedad (xerosis).


Productos de hidratación activa o compuestos higroscópicos: son los que captan o retienen agua. Entre estos productos podemos encontrar el colágeno o el ácido hialurónico.

A la hora de escoger un producto hidratante también será importante tener en cuenta la textura más adecuada a cada paciente según sus necesidades y contexto en el que se va a usar.

Así podremos elegir entre:


  • Leches y lociones: en época estival y en situaciones de sequedad ligera, pues son fáciles de extender sobre la piel.

  • Emulsiones y cremas: están recomendadas en casos de sequedad moderada, y los bálsamos, en pieles muy secas, ya que son más grasos.

  • Pomadas, ungüentos y pastas: Uso más localizado, no se aconseja el empleo en grandes superficies ya que cuestan más aplicarlas.

  • Aceites: Son excelentes por su efecto emoliente e hidratante. Son recomendables los aceites puros como el aceite de almendras dulces, rosa mosqueta o argán.

  • Baños emolientes: Formulados sobre la base de extractos de cereales (avena, trigo) o aceites emolientes. Muy recomendables cuando la piel está muy sensibilizada y las manifestaciones por sequedad son importantes, pues mejoran considerablemente el estado de la piel.


Nos despedimos hasta muy pronto, esperamos que os haya sido de utilidad y que para cualquier aclaración o consulta no dudéis en dejar vuestro comentario o venir a vernos a la farmacia.

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