El sarampión es una enfermedad vírica que se transmite fácilmente por el aire o por contacto personal.
Pasado un periodo de incubación del virus de hasta 12 días —durante el cual ya es contagioso—, produce fiebre alta y erupciones en la piel. Además, puede derivar en complicaciones serias, como neumonía, ceguera o encefalitis, una inflamación del cerebro que a veces provoca secuelas muy graves, incluso la muerte.
En el primer semestre de 2019 se han registrado más casos de sarampión que en cualquier año desde 2006, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estas cifras son un toque de atención muy poderoso. La salud del mundo está en riesgo siempre que en alguna parte del planeta exista la posibilidad de epidemia o de mantenimiento del virus. Aunque el sarampión se consideraba eliminado en todo el continente americano y en gran parte de Europa, actualmente hay brotes registrados en todas las regiones de la OMS.
La situación epidemiológica del sarampión en España no ha variado, manteniendo el estado de eliminación desde el año 2016.
Por tanto, no hay motivos que justifiquen un cambio de estrategia ni de las recomendaciones de vacunación ya establecidas y que son las que se recogen en el calendario común de vacunación a lo largo de toda la vida :
Durante la infancia se recomienda la administración de dos dosis de vacuna triple vírica (a los 12 meses y a los 3-4 años de vida). La población infantil mayor de 4 años que no haya recibido dos dosis de vacuna debe completar la pauta de vacunación, manteniendo un intervalo entre dosis de al menos 4 semanas.
Con respecto a los adultos, se recomienda la vacunación con dos dosis de triple vírica, con un intervalo entre dosis de al menos 4 semanas, a las personas nacidas en España a partir de 1970 que no hayan padecido la enfermedad y que no tengan historia de vacunación con dos dosis. En el caso de que el adulto hubiera recibido con anterioridad una única dosis, se administrará una segunda (manteniendo el intervalo anteriormente especificado). En las personas nacidas antes de 1970 se asume que son inmunes por haber padecido la enfermedad con anterioridad.
Los profesionales sanitarios que no hayan pasado la enfermedad y no estén vacunados con dos dosis frente a sarampión tienen un mayor riesgo de adquisición de sarampión que la población general. Es importante que este colectivo revise su cartilla de vacunación y proceda a la vacunación en caso necesario. No es necesaria serología previa a la vacunación ni control serológico posterior.
Debe aprovecharse cualquier contacto de las personas con el sistema sanitario para informar y actualizar el estado de vacunación.
Se reitera que no estamos ante una situación de urgencia. Las personas que requieran la administración de vacunas pueden aprovechar futuras visitas rutinarias a su centro de salud para planificar la vacunación.